I: Intermitencias del alma: Remembranzas


 Por un amor genuino, ingenuo, espontáneo, visceral y caótico.

Por esa complicidad que nos hacía perder la noción de la noche, del frío bogotano, del caos citadino.

Por esas risas mágicas que gestaron nuestro amor.

Por la voracidad de detentar el mundo estando uno al otro.

Por ese dulce abril.

Por las canciones cantadas en los conciertos, en los bares, en tu casa, en la mía, en los parques, en consultorios médicos, en restaurantes, en los buses, en las estaciones y por cada lugar que hacíamos nuestro.

Por las dulces palabras susurradas.

Por las miradas traviesas que tenían como testigo la noche tenue.

Por haber dejado fluir nuestras almas.

Por los miles de sabores callejeros en medio de caminatas sabatinas.

Por sentirte a mi lado y tú al mío.

Por las largas conversaciones hasta el alba.

Por los bailes arrítmicos pero enérgicos.

Por las melodías que amenizaban nuestros latidos.

Por los cuenteros no escuchados porque nosotros teníamos nuestros propios cuentos.

Por los besos matutinos y los estrechos abrazos al despertar.

Por los paisajes bogotanos que con hilaridad contarían miles de historias.

Por las miles de fotografías retratando innumerables estados de ánimo.

Por tus logros y por los míos.

Por los días tristes y los no tan tristes.

Por las bromas mutuas para pasar del enojo a la risa.

Porque estando juntos solo nos mirábamos el uno al otro, pero otros nos miraban como si fuese el amor soñado.


Cass de Açaí


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