V: Signos de la nocturnidad

 Allí estás tú, otra vez la curiosidad te tienta a jugar…

Otra vez te ríes de los cantos dulces y falaces del ruiseñor.

Te miras frente al espejo roto de la memoria y cada vez te intriga más,

Te inquieta saber si las escenas pasadas se viven con la misma intensidad.

Tus labios rojos combinan con la atmosfera de la complicidad nocturna.

¡Cómo te encanta jugar! ¡Cómo te encanta seducir al ruiseñor de crespos rebeldes e ideas contradictorias!

Disfrutas de las conversaciones elocuentes, filosóficas y te envuelves nuevamente en los aromas de las calles citadinas.

Tanto caos, Bogotá, ¡Cómo me envuelves en tu caos! ¡Qué fascinante caos!… Nada nos podría describir mejor.

Chapinero, la música, las preguntas retóricas, los juegos de palabras, las miradas, lo permanente y lo fluctuante.

Disfrutas del baile psicodélico de la noche, te pierdes en la sinfonía de las melodías bogotanas, oscuras e irresistiblemente cautivantes.

Lo miras y no pueden evitar sonreír: se miran como dos viejos conocidos que se sabotean al calor de la noche.

Es fascinante saber cómo la euforia se siente diferente cuando las odiosas promesas no están atadas a la incertidumbre del presente.

Me encanta mirarte con certeza: con la certeza de que ya no hay nada oculto. Ya no me interesan tus enigmas y verdades fabricadas.

Tanto que nos dijimos: nos hicimos y nos deshicimos. Sabes que nunca te pude mentir, mentirte sería mentirme a mí misma.

Es el poder de la palabra, el lenguaje y sus infinitas posibilidades para descifrar los laberintos del olvido.

La noche olvida cualquier suerte de hostilidades viejas, me miras y lo que es ineludible olvidar es lo provocativo de nuestras miradas.

Siento tu añoranza en mi cuerpo, me tocas tan suavemente que es inevitable pensar cuánto me extrañaste. ¡Cuánta ternura en tus caricias! Lo caótico es que ya no puedo tocarte como tú lo haces.

Ya no puedo besarte con esa dulzura tan tuya, pero no puedo dejar de cuestionarme si esa mezcla de pasión primitiva y delicadeza es lo que siempre he extrañado en las noches frías, incluso cuando no estoy sola.

… Esa conexión mística y la complicidad de esos amores que juegan a ser viajeros desconocidos pero que nunca serán extraños.

Es increíble que los signos de la memoria parezcan quebrantables pero la fuerza metafísica los vuelva lucidos en la indómita luz de la aurora.

Ya ves cómo los juegos de seducción me hacen escribir nuevamente en la nocturnidad. Ahora no te escribo desde el anhelo, la añoranza ni la fatalidad.

 Cass de Açaí







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